En diferentes ocasiones me han llamado para trabajar sobre problemas físicos en caballos durante los concursos, como cólicos u otros. En esas ocasiones he podido constatar, con gran pesar, que a menudo (no siempre) el bienestar de un caballo no se tiene realmente en cuenta.

Por supuesto mi ayuda va en paralelo con los cuidados y consejos veterinarios.

La exigencia ante la competición

Sin embargo, me piden que cure, que repare rápido, rápido: “hazlo lo más rápido que puedas”, “quizá podrá hacer la competición mañana”, sobre todo, “tiene que retomar el entrenamiento lo más rápido posible”

Esto me ocasiona un gran problema ético: ¿debo realmente ayudar si van a ponerlo a trabajar de nuevo inmediatamente? Normalmente una convalecencia es necesaria. ¿Tengo el derecho a insistir? ¿Acaso van a tener en cuenta mis consejos? ¿Debo acudir inmediatamente a la ayuda para disminuir lo más rápidamente posible o incluso eliminar el sufrimiento?

Si hay un problema grave todo el mundo entra en pánico porque la reputación o la implicación financiera son muy grandes. Por supuesto, generalmente el jinete quiere a su caballo y desea su bien, pero se encuentra atrapado entre el amor y su trabajo. Debe tomar decisiones que no siempre están a favor del bienestar de su caballo.

¿Cómo explicarle que sería preferible que su caballo no haga el concurso ese día? ¿Que las decisiones médicas para mantenerle “en estado” pueden tener su contrapartida a posteriori?

Creo que se deben tener en cuenta las horas de avión o de camión, la diferencia horaria, el cansancio, el estrés o incluso la ansiedad de estar separado de sus compañeros… o incluso el hecho de que un caballo tenga ansiedad debido al malestar físico de un compañero.

A menudo los caballos están demasiado cansados, llevados al extremo, deben hacer un esfuerzo enorme para asumir la tarea. Quieren dar, quieren agradar y, a menudo, sencillamente, ni siquiera tienen la elección.

Los jinetes no siempre llegan a comprender de antemano el malestar de sus caballos. Por ejemplo, no perciben necesariamente la ansiedad o el principio de un cólico. El grado del dolor físico o emocional a menudo se percibe cuando ya es demasiado tarde: el caballo cojea o se revuelca en el suelo de dolor.

Por eso creo que sería maravilloso si los jinetes aprendieran también el lenguaje de la comunicación animal.

Es la única forma de realmente captar lo que sucede desde el interior y de desarrollar las capacidades de empatía y de percepción.

Creo que estas capacidades son esenciales para cualquier jinete profesional.

Es hora de reconocer a los caballos como seres que sienten, es hora también de escucharles, respetarles, honorar todo lo que nos dan y aprender su lenguaje, crear una relación de colaboración.

Por ello he fundado con Sonia Matt y Valerie Grenon la asociación “Peace For Horses”. Una asociación que transmite la educación y que ayuda a los caballos que lo necesitan.

Cuando un caballo llora, no vemos sus lágrimas, están en el interior.

Laila del Monte

curso de comunicación con los animales Nivel 1