“Un ser humano es parte de la totalidad, llamada por nosotros “Universo”, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sensaciones, como separado del resto – [esto es] una especie de ilusión óptica de su conciencia. Una ilusión que es una forma de prisión, limitándonos a sólo nuestros deseos personales y a sentir afecto por sólo las personas más cercanas. Nuestra tarea debe ser liberarnos de esta prisión al extender nuestro círculo de compasión y abrazar todas las criaturas de la naturaleza en toda su belleza”
Carta escrita por Einstein en 1950

He aquí dos bellas historias para Navidad y el Año Nuevo. Ni las palabras ni las lecciones son necesarias, los animales nos enseñan cómo hacer…

He aquí la historia de Becky
Agradezco de todo corazón a la persona que me ha transmitido su testimonio.

“Como casi todos los sábados, llevé a Becky a pasear con una manada de perros. Hoy en día conoce a la mayoría e incluso esta vez se atrevió a unirse a ellos pero sin por ello participar a sus juegos.
Un poco más tarde, una mujer se incorporó a nosotros con un perro grande y ciego. Curiosamente, Becky no tuvo miedo de él. Al contrario: En el momento en el que el perro invidente se alejó un poco, Becky fue a buscarle para traerle a la manada. Durante el resto del paseo, Becky cuidó del perro como si fuera consciente de su minusvalía. No pretendo otorgarle las características humanas de la compasión y de la empatía, aunque realmente eso fue lo que parecía. ¿Acaso los perros poseen estas capacidades? Ahora creo que sí. Todos los participantes humanos de este paseo se emocionaron muchísimo ante el comportamiento de mi perrita.”


La historia de Flambeur

«Flambeur entró en mi vida hace 21 años. 21 años de complicidad, de risas, de emociones, de lágrimas… ¡una vida entera! Los sarcomas hicieron parte de nuestro día a día desde que Flambeur tenía 8 años y terminaron por ganar la batalla a sus 24. Vivía en la pradera con otros tres caballos y los últimos días antes de su partida se aislaba: los otros caballos le dejaban solo y tranquilo.
Tuve la suerte de poder acompañarle hasta el final, de poder estar presente. Durante la última hora de su vida, estaba acostado y su cabeza reposaba en mis brazos. Estaba muy unido a una yegua de la manada: Action.
Sabía que el fin estaba próximo y mentalmente supliqué a Action de venir a su lado para sus últimos instantes. Como una respuesta a mi petición, se acercó a nosotros, puso sus ollares y su aliento cálido sobre su cabeza y sentí que eso le tranquilizaba…se puso a respirar con más tranquilidad. Action se fue a continuación con los otros caballos y Flambeur se fue, serenamente.
Me alejé, el corazón en pedazos. Dejé el prado y me di la vuelta una última vez. Lo que vi me conmocionó y me emocionó profundamente: los otros tres caballos se pusieron en semicírculo alrededor del cuerpo de Flambeau. Se quedaron así, inmóviles, cabizbajos, alrededor de él…Esto duró unos 45 minutos. Era como si se recogieran, como un último adiós, no sé….
Qué bello regalo el haber podido asistir a ese momento atemporal.
Mis lágrimas se derramaban ininterrumpidamente. Tristeza, consolación y emociones se mezclaban. ¡Qué lección de vida tan bella!
Gracias.»

Sonia Matt
Presidenta de “Peace for Horses”