Dentro de la comunicación animal puede parecer que sólo el «don» de comunicar es suficiente… pero nos equivocamos, los sentidos, como por ejemplo el olfata del que os voy a hablar hoy, son muy importantes. Os voy a contar algunas experiencias.

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Hoy he sentido el olor del pelo mojado de Willow, la perra de mi vecina Randi que está en Los Ángeles. Sin embargo, hoy, me encuentro en Europa…

He llamado a mi vecina Randi para decírselo y me ha enviado una foto de Willow, ¡completamente mojada después de una ducha! Hay que saber que a Willow no se le lava muy a menudo; lo odia y, de hecho, normalmente, Willow huele bien.

El olor de su pelo era muy fuerte y estaba muy presente en la habitación, como si ella estuviera aquí conmigo. No sé por qué he olido este olor… ¡quizá quería quejarse ya que yo soy su tita Laila!

Es posible sentir olores a distancia, es intangible pero real al mismo tiempo.

Un día, mientras buscaba a un gato perdido en los Estados Unidos, sentí claramente el olor del azahar. ¿Cómo funciona? Mi cerebro reconoció este olor ya que, siendo de California y habiendo crecido en España, conozco el olor del azahar. El gato perdido no estaba en California, pero sin embargo había naranjos en ese lugar. Gracias a la descripción del azahar, la guardiana reconoció el lugar y encontró a su gato.

En comunicación, a veces puedo sentir la tierra mojada, las flores, los árboles, la hierba, la lluvia, el mar, el heno y hasta incluso el olor de las piedras calentadas por el sol. También está el olor de otros animales; por ejemplo, podemos sentir el olor de las vacas o de los caballos. Tengo un afecto particular por el olor de los caballos, ¡es sencillamente delicioso! Pero por supuesto necesitamos que el cerebro pueda reconocer el olor ya que éste busca interpretar aquello que es intangible. Tiene que recurrir a nuestra memoria y así poder incluir una imagen o una descripción con palabras. Todo esto sucede muy deprisa, tanto, que en ocasiones es casi escurridizo.

Poder oler durante las comunicaciones hace que éstas sean muy vivas y agradables. Hay tantas cosas a las que no les prestamos atención en la vida cotidiana… Los animales sí prestan atención, ya que ellos viven completamente en el instante presente. A través de ellos podemos aprender cómo estar presentes en nuestra Vida.

Cuando mis hijos eran pequeños y su padre y yo debíamos ausentarnos para actuar en un concierto, les pedía que dieran de comer a los animales. Para saber si en realidad lo habían hecho o no, me ponía en contacto con Calo, el perro más mayor.  A través de él sentía los olores de la comida y así podía saber si los animales habían comido. Mis hijos no estaban en absoluto contentos si hacía un comentario al respecto, pero, ¡en fin, Los animales tenían que comer!

Normalmente los olores aparecen de manera bastante fugaz y pueden estar acompañados de imágenes, de palabras, de sensaciones físicas y/o emocionales.

En ocasiones, durante una comunicación, puedo oler un olor que indica una situación: un olor de alcohol (de cerveza o de vino) en la casa va a informarme que uno de los miembros de la familia haya podido tener un problema de adicción.

Recuerdo que hace unos 15 años aproximadamente, sentí un olor de chocolate durante la comunicación con un perro: la guardiana comía chocolate por la noche a escondidas. ¡Se ofendió cuando lo mencioné! Y sin embargo yo no la juzgaba, ¡sólo había olido el olor a chocolate! No podía adivinar que se lo comía a escondidas.

Y hablando de chocolate… ¿a quién no le gusta este delicioso olor?

Continuando con el chocolate, un día fue posible salvar a un gato que estaba muy enfermo. Gracias al olor a chocolate que pude detectar, su guardiana pudo encontrar la caja de galletas de chocolate que el gato había escondido hábilmente bajo su cama… ¡para podérselas comer! El veterinario le puso inmediatamente una inyección y el bribonzuelo se salvó de una muerte segura.

A veces huelo el olor de la enfermedad o del miedo, pero también el de la felicidad y el de la alegría que provoca una sensación muy especial. Es muy difícil explicar todo esto con palabras…También existen fragancias maravillosas de otras dimensiones sutiles, pero este es otro tema.

Durante las comunicaciones, los olores aparecen por sí solos. Contienen información y eso es todo. La finalidad última es sólo observarlos sin juzgar, sin analizar y sin interpretar.

Todos podemos desarrollar estas capacidades, sólo hay que prestar atención a nuestro presente y de llevar nuestra atención a los aromas que nos rodean. Sólo es una cuestión de atención. Eso es todo.

Os invito a intentarlo, ya veréis cómo os va a encantar.

Ésta es la manera de trabajar desde el interior hacia el exterior.  Para lograrlo, hay que quitarse de en medio el alboroto de nuestros pensamientos y el caos de nuestras emociones cotidianas para poder entrar así en el “silencio interno”.

En el silencio existe una fragancia sublime: la de nuestro propio ser.

«Lo que llamamos rosa, bajo otro nombre, olerá igual de bien»

William Shakespeare